sábado, 12 de noviembre de 2011

Mi alegría

Hay muchos modos de ver la realidad, de afrontar el día a día y de observar lo que sucede. En un momento como el de ayer reflexiono sobre la vieja Europa y lo que ya no puedo hacer comparándolo con lo que hacía hace años. Pero pienso entonces en lo feliz que me siento con lo que hago y soy, que no depende con que haya o no haya crisis económica, afortunadamente, y que puedo disfrutar de mis placeres, los que no implican tener dinero.

Pero hay algo más, algo que hoy estoy obligada a comentar y que me viene rondando desde ayer, después de haber escrito sobre la sensación de hecatombe mundial en mi interior. La salud que poseo, ganada a pulso, es la que realmente es un lujo cuando uno ha visto las cosas desde la montaña más alta y a punto de precipitarse por un acantilado, tan a punto que te preguntas cómo es posible seguir aquí. Un buen amigo fue operado antes de ayer y está bien, y esto me hace felicísima y me olvido de todo lo demás. Vuelve a tener esperanza, rompe con lo antiguo y se enfrenta a una nueva etapa con ímpetu, algo que le caracteriza y admiro.

La fortaleza, las ganas de empujar y de seguir son muy difíciles de eliminar cuando uno las tiene. Puedes lamentarte, obsesionarte e incluso dar la apariencia de ser una persona algo negativa y pesimista y sin embargo sigues ahí cada día, haciendo las cosas, responsabilizándote de ti mismo, de los demás, de hacer lo correcto, de ser buena persona, buen ciudadano y a pesar de todo has sufrido y padecido tanto que no sabes ni cómo sigues aquí. Y esa es la alegría, el secreto, lo que la gente no sabe. Que la parte positiva está pero hay que esforzarse en verla y en lograrla, no esperar con los brazos cruzados. Ser fuerte, valiente, es cuestión de práctica, cuanto antes empieces, mejor. Puedes hasta vencer una enfermedad.

1 comentario:

  1. Es curioso ademas que esta alegría vaya unida a la generosidad, pues siempre se comparte!
    Muchas gracias por ser tu!

    ResponderEliminar