viernes, 4 de noviembre de 2011

En primera persona

Arranca la campaña electoral -una más- con un PSOE peleón que me gusta. En la foto del candidato quitaría, sin embargo, el puñito político, ese de la vehemencia clásica con el que se apoya el que se dedica a esos menesteres de hablar al resto. Tiene poco de firmeza y seguridad, acorde al pelear del lema electoral, yo lo quitaría. El PP, siempre más pusilánime y temeroso de salirse de lo clásico, se presenta con sonrisa burguesa de todo irá bien, confía en mí y hazme caso, que siempre da mucho miedo cuando viene de un señor así, un poco de toma niña, caramelos. Huidiza la mirada, la sonrisa de babas que cuando habla ha de sorber para que no le goteen boca abajo, quizá tan lenguaraz que el miembro no le quepa en la boca con holgura -que nadie piense mal-, demasiado llena para expresarse con claridad, el sonido de saliva sin tragar acompañando cada frase.

Una vez más habremos de escuchar los tópicos de las promesas y de las mentiras, esta vez mucho mayores debido a la crisis. Me consuela la posibilidad de que haya quizá una caída del bipartidismo gracias al impulso del 15 M y a que IU haga una buena campaña -aún no he visto sus reclamos de cartel-. No quiero hacer un análisis político en este espacio mío analizando a cada uno de los candidatos. De hecho, me encantaría tener datos suficientes para hacerlo de ellos como personas, que es lo que me importa, porque al fin es lo que cuenta y nos interesa a todos. Desgraciadamente, no sé tanto sobre sus vidas y sus costumbres aunque deduzco que se parecen bastante, salvando las distancias. Ahora bien, ¿y las experiencias?

Me pregunto, por ejemplo, si Rajoy habrá viajado en metro alguna vez -ojo, sin causa oficial ni por inauguraciones varias-, si sabrá que existe el metrobús, de cuya existencia otros del PP han dudado -increíble pero cierto-, si tendrá idea de lo que es ser mileurista soltero en una ciudad como Madrid, si sabrá lo que el arte y la cultura alimentan el espíritu, si es consciente del daño de la privatización de servicios públicos básicos como la educación y la salud -dos partes de lo mismo, en definitiva-. Son preguntas sin respuesta, experiencias que me gustaría que mi candidato favorito para votar en unas elecciones generales tuviera.

La experiencia, para escribir y para gobernar, es fundamental. Sin ella lo que resulta es falso, forzado, poco verosímil y aunque te esfuerces te acaban pillando. ¿Cómo hablar del amor si no se ha vivido? ¿Cómo ponerse en el lugar del ciudadano de a pie si nunca se ha ido a pie por la vida y son los coches caros y oficiales o solo caros donde se ha viajado y se ha movido uno por el mundo? Es útil ponerse en el lugar del otro para emprender determinadas acciones -no todo se puede vivir en primera persona-, para entender y para detectar problemas y actuar con soluciones, pero querer saberlo todo de todos y del mundo de repente es muy difícil. Y eso cuando se quiere saber, que a veces ni siquiera, y hacen como que te escuchan cuando en realidad no hay nadie al otro lado, solo unas fotos muy poco verosímiles y nada de fiar.

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