miércoles, 16 de noviembre de 2011

Cartas y esperanza

Ya no encuentro cartas en el buzón a menudo. Es raro que alguien que viaje te envíe una postal, ya no te cuento una carta, así que me he acostumbrado a abrir el buzón y encontrar las temidas facturas, anuncios de restaurantes a domicilio y, estos días, además, propaganda electoral.


Recogí los últimos sobres ayer, cuando llegué a casa, y antes de abrirlos, uno por uno, me pongo en situación, y me imagino que son cartas personales, palabras que solo se escribieron para mí, como nos quieren hacer sentir cuando nos las envían. No cuela. Mis intenciones han sido buenas, y probablemente también las de ellos, pero a pesar de todo, no funciona.


Querer hacer sentir a alguien especial cuando se lo ignora a diario es muy difícil. Llamar su atención diciéndole que es importante y que piensas en él en todo momento pero no se lo demuestras lo suficiente, aunque te gustaría, mucho más. No es honesto quererme cuando me necesitan y cuando no, ignorarme, aunque curiosamente es lo que la mayoría de la gente egoísta que conocemos hace –la mayoría de la población–. Así, lo que criticamos individualmente y no toleramos, que jueguen con nosotros, en política se admite, vete a tú a saber por qué.


Tengo la sensación, en estos días previos a unas nuevas elecciones, que nos darán la vuelta de nuevo poniéndolo todo patatas arriba, que este es el momento en el que más ignorados estamos por parte de los políticos, demasiado ocupados pensando cómo salir de esta, cómo engatusar, diciendo qué, prometiendo quién sabe qué cosa. He llegado a un punto en el que no me creo nada de nadie que tenga el poder o pretenda alcanzarlo, demasiados intereses de por medio, la crisis y la falta de empleo anula todos los escrúpulos. Así que excepto que haya sorpresas, ninguno de los posibles vencedores en las elecciones del día 20 merecen mi espera ni mi atención y ni mucho menos mi voto y mi confianza. Espero, eso sí, que los ciudadanos no se sientan decepcionados con los resultados y que las soluciones a los problemas lleguen lo antes posible. Yo ya no tengo esperanza, solo quiero mantenerme al margen de esta broma en la que me ignoran y recibir cartas y postales dirigidas a mí, a quien yo soy, no a lo que supuestamente represento.

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