viernes, 2 de diciembre de 2011

¿Esperaba este premio?

Las atrapa en el aire, las palabras. Las coge y las ensambla como por ensalmo. Al menos era lo que hacía –hizo– durante muchos años y creó eso –no sé cómo llamarlo– que no quiso que fuera poesía –demasiada seriedad en el concepto–, que evoca lo primigenio del lenguaje y reivindica una simplicidad que en realidad requiere de un complejo proceso creativo que intentaba don Nicanor hacer pasar por natural y carente de esfuerzo, y que se sintiera como lo cotidiano llevado a la puerta de tu casa, a tu quehacer diario. Dice que revoloteaban a su alrededor y las cazaba, las palabras. Yo me lo imagino con la red de atrapar mariposas prendiendo sus artefactos, sus chistes, las canciones e incluso los antipoemas, que le dieron la fama merecida.


De todo lo escrito por Nicanor Parra me quedo con todo porque en el proceso de la obra, en la evolución de la palabra está el arte. No hay unos sin otros, el sentido se advierte en conjunto, aunque sin duda me dejan encantada, por ejemplo: “Juro que no recuerdo ni su nombre, / Mas moriré llamándola María, / No por simple capricho de poeta: / Por su aspecto de plaza de provincia”.


El humor, el juego, el control absoluto del lenguaje, como sus compañeros de profesión y también chilenos Huidobro y Bolaño, conllevan la ironía y el descaro. En el poema titulado ¿Esperaba este premio? se percibe esa broma constante no solo en el contenido, también en la forma, y responde a la pregunta eterna de este modo: "No / Los premios son / Como las Dulcineas del Toboso / Mientras + pensamos en ellas / + lejanas / + sordas / + enigmáticas / Los premios son para los espíritus libres / Y para los amigos del jurado / Chanfle / No contaban con mi astucia".


Me alegran los Cervantes inesperados a través de los que se nos da a conocer a un autor más propio de los círculos reducidos de poetas, escritores y estudiosos que de las mesas de novedades. Me gusta que la endogamia del famoseo quede a un lado y nos den un regalo como este que hacen que amemos hoy más la vida que ayer, antes de leerte, Nicanor.

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