sábado, 21 de abril de 2012

Se me había olvidado

No recordaba, no conseguía rememorar en los días malos lo bueno que es estar con un amigo, la charla al calor de una cerveza -fría-, de un picoteo, de un bar ruidoso de los del centro que no sabes dónde te hará acabar ni a qué hora. Eso, en realidad, era antes porque ahora hay que estar muy pendiente de la hora de cierre del metro en el que son mayoría los chavales y gente joven pero en el que también te encuentras a los que, como yo, han tenido su noche, han cumplido con sus obligaciones sociales y tienen que regresar a casa. No hay pasta tampoco para mucho más. La otra opción es reunirse en una casa, y es una opción fantástica, pero también te obliga a terminar a  una hora, al regreso puntual.

En el andén cabeceo aunque intento leer las noticias de última hora, a ver qué ha sucedido en mi ausencia de la preocupación, aunque los temas tratados con los amigos con los que he estado han girado en torno a la frustración y a las esperanzas en un futuro quizá en otro lugar lejos de este país. Ya son muchos los que se han ido, el grupo va menguando, y por lo que intuyo y me cuentan, habrá más.

El motivo de reunión de ayer era el cumpleaños de un amigo extranjero que vino aquí buscando algo mejor y sin duda lo encontró y la visita de un amigo español que decidió irse a la búsqueda de su sueño y que parece que lo ha encontrado. En resumen, se juntaron los sueños anoche y también, cómo no, las asperezas, las quejas, el dolor, la angustia que hiere y deprime cuando no puedes llegar a fin de mes, que les sucede a muchos de los que me rodean. Entre cerveza y tortilla de patata, tarta de frutas y risas, despedidas, besos, mucho sueño, cariño a raudales.Un despertar agridulce por los que se quedan aquí a disgusto, por los que se van de nuevo a tierras extranjeras. Mucho amor dentro esta mañana.

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