Los premiados ya no son los mejores. Hubo un tiempo en el que quizá fuera así, estoy segura de que lo hubo, solo hay que echar la vista atrás.
Ahora los premiados son mediáticos y los pocos que se vanaglorian de valorar la calidad y el esfuerzo verdaderos sin que influya lo económico que resultes o lo famoso que seas, acaban no pudiendo vivir del oficio de editar, de publicar aquello que consideran merecedor de ser leído.
Ayer, Día del Libro y de los Derechos de autor –últimamente
todo tienen un día– me puse a pensar en ello y sigo sin tener claro el mejor
modo de luchar contra esa piratería tan citada, como si del demonio se
tratara. Me resulta contradictoria la demonización de los piratas que copian
obras originales junto a la libertad que da la Red,
cuya principal ventaja consiste, precisamente, en navegar sin censura y en conseguir
entre todos los navegantes copias prestadas y dejadas para que el
otro las disfrute. ¿No se trata de eso, de leer, de conocer, de tener un acceso ilimitado a la cultura y a la información?
En los últimos años he visto más cine y he escuchado más música que en toda mi vida, a los que no hubiera podido acceder de otro modo que no fuera la piratería que tanto daño hace. ¿Realmente? ¿Cuánto se lleva el autor de una
obra por la venta de un libro? Poco, muy poco. ¿No es mejor darse a conocer de cualquier modo? ¿Que
haya algunos que te compren y te lean, que otros te lean tras sacarte de una
biblioteca y que incluso algunos te lean ilegalmente, pirateando la obra? Como
autora, preferiría ser leída por muchos pirateadamente
que por pocos lectores de librería. Sé que los libreros pierden, sé que el
autor pierde… ¿pero cuánto y a quién, qué tipo de consumidor-lector deja de
acudir y comprar?
Soy una compradora habitual de libros editados en papel e intento evitar las grandes superficies e ir a las pequeñas librerías. Me encanta tocar los libros,
olerlos, sentir su peso, ligero o consistente en mis manos… Por muchos títulos que me descargue en PDF
o similar no dejaré de comprar las obras de los autores que me gustan, no dejaré de pedirlos como regalo en cumpleaños. Otra
cosa es que los best-seller de tropecientas mil páginas penosas que publican Planeta
y editoriales similares tengan pérdidas entre un público que no aprecia el arte
ni el objeto, solo es un consumidor de bazofia. Pues mira, me parece bien que
se piratee la bazofia, como el cine chungo, esas películas de las que sales
sintiendo que te han timado, o al menos que algo, aunque sea un poquito te han
tomado el pelo.
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