Como el agua, la comida, el aire, necesito expresarme a través de la palabra escrita que un buen ejercicio de lenguaje puede despertarme, como una cervecita el apetito.
Ver la exposición de un pintor que me gusta me lleva a intentar al menos dibujar una pequeña figura al margen de mi cuaderno, un arbolillo punteado con un tronco fino como una línea, una cara sonriente que siempre deja huella allá donde vaya y se muestre. Un lenguaje que no domino pero que no puedo evitar intentar hacer, transmitir, aunque sea a mí misma, una imagen que me ronda.
Como después de una buena lectura, de esas que despiertan la imaginación y hacen nacer las ideas. Cuando la termino me apetece nombrar mi estado y mi visión de las cosas que suceden, que no dejan de pasar, también las que ya pasaron y ahora yo aprendo. Apetece escribir y no dejar de nombrar. Me apetece soñar llevándolo a la palabra.
Sin palabra no soy, soy lo que me nombran, soy tan concepto como definición, en ningún caso vacío, ni nada que contar. Mucho hay, quizá no interesante para todos –qué más da–, quizá aún por descubrir para mí misma. ¡Qué sorpresas me deparará el futuro! Qué aprenderé de mí que pueda expresarse con hermosas palabras. Porque eso sí, hermosas siempre.
Un buen ejercicio de las palabras como una buena expresión es lo que nos hace falta en esta sociedad, todos los días del año y a todas horas del día. Gracias por este nuevo y magnífico ejercicio de imaginación que siempre nos regalas.
ResponderEliminarGracias por el "recibimiento", la comprensión... Las palabras de lectores y amigos mantienen viva la palabra de uno mismo. Me alimentan.
EliminarGracias por el "recibimiento", la comprensión... Las palabras de lectores y amigos mantienen viva la palabra de uno mismo. Me alimentan.
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