Hay escritores que
escriben la gran obra de su vida a la primera, y después, como los grandes creadores que son, descansan los días
convenidos mientras la obra habla por sí misma y se mueve y es admirada por el
resto de los mortales. Las grandes obras se ven a la legua porque respiran vida
desde las primeras líneas y es en estas donde se empieza a concentrar nuestra
atención sin remedio, absortos por la magia de las palabras bien combinadas.
Algunos escritores tienen
el don de escribir varias obras maestras a lo largo de su vida, obras
reveladoras que siempre aciertan en modo y contenido, en narrar una historia
convincente. Dicen que toda la obra de Tony Judt es excepcional, y destacan Postguerra (yo escribiría posguerra, por cierto), aunque yo solo
he leído una de esas grandes obras, Algo
va mal. Un título sugerente que lo dice casi todo.
Se trata de un texto
revelador que cuenta el comienzo de la crisis económica y social actual, su
presente y sus posibles consecuencias, basándose en el conocimiento de la
historia pasada.
La novedad del libro es que no se trata de una pura reflexión filosófica, de un análisis puramente económico plagado de estadísticas incomprensibles o frías para los que no controlamos la materia. Es el resultado de la reflexión de un hombre inteligente que ha sabido asimilar sus lecturas y mirar a su alrededor para sacar una serie de conclusiones y de posibles soluciones a un momento histórico-social concreto, la primera crisis seria del siglo XXI.
No hay derrotismo en los
argumentos, pero sí mucha crítica. Crítica constructiva, directa, sin tapujos,
en la que nos vemos identificados. En algunos momentos del libro sentimos que
hemos pensado exactamente eso que estamos leyendo pero que no sabíamos cómo
expresarlo o en qué datos históricos y políticos apoyarnos.
Defensor de la
socialdemocracia a ultranza, Judt plantea una reelaboración del lenguaje, una
nueva forma de nombrar las cosas para empezar a cambiarlas. Si no sabemos
hablar de algo que nos preocupa, si no lo expresamos con palabras, si no
encontramos las palabras que nos permitan expresar lo que sentimos y cómo lo
sentimos, difícilmente podremos solucionar el problema. Judt nos quiere
espantar el miedo a hablar de la política, de la economía, de lo que va mal a
nuestro alrededor, y que nos enfrentemos a los que creen que no todos podemos
entender las causas complicadas de una crisis económica y mucho menos hablar de
ella, por lo que nos recomiendan que mejor callemos y dejemos hablar a los que
saben. La discusión sobre las posibles soluciones a un sistema caduco y a una crisis está en manos de unos pocos
políticos y economistas conscientemente manipuladores y obtusos en sus
discursos y publicaciones.
Empecemos a hablar, como dice Judt. Al principio lo haremos bastante mal, pero poco a poco las
palabras clave cobrarán el sentido que queramos que tengan porque nosotros
somos los creadores, y nuestra obra maestra, la mejor, es poder expresarnos y
comunicarnos para llegar a entendernos. El lenguaje nos puede hacer poderosos.
Que no nos quiten eso, nadie.
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