Dice un congresista
norteamericano del partido republicano que si una mujer quiere, puede
“bloquearse” ante una violación y de este modo no quedarse embarazada. Así
pues, entiendo que las mujeres violadas que se han quedado embarazadas “se han
relajado” durante el acto y por ello han de tener el bebé. Se trata de lo que
el congresista llama “violaciones legítimas”, las que no suelen acabar en embarazo. Vamos, que en general es difícil que
ocurra. Y si ocurre, por supuesto, no se debe abortar.
La mente enfermiza unida a
una profunda ignorancia y un pensamiento pacato, conservador y religioso dan
como resultado este tipo de declaraciones. El castigo a la mujer preñada es
haber sido “lujuriosa” y haber relajado los músculos vaginales en vez de
“cerrarse” con todas sus fuerzas. Curiosamente, en contradicción con las
palabras del congresista, el principal consejo ante una violación es relajarse
para hacerse menos daño a una misma, ya que si te resistes el dolor y la
agresión es mucho mayor, ¡pero ojo, no te quedas embarazada! Vaya, qué bien.
La verdad es que de ser
cierto se trataría de un eficaz método anticonceptivo aunque no podríamos
disfrutar del sexo, pero eso qué más da, somos mujeres. Me pregunto cómo es
posible que las santas esposas que se casan con estos señores republicanos,
para los que disfrutar del sexo aun dentro del matrimonio es reprochable, se
queden embarazadas. ¡Ah… entonces es que han disfrutado! ¡Serán guarras!
Pobre ignorancia
conservadora, qué necesaria la reeducación. No hay que irse tan lejos para
escuchar declaraciones como la que acabo de describir. Baste recordar las últimas y aberrantes sobre el aborto del más “progre” de los peperos, el Ministro de Justicia
Gallardón, que considera que los proabortistas somos unos insolidarios con los minusválidos al defender la interrupción del embarazo para no hacer sufrir a un futuro bebé que va a sufrir dolor mental y físico infinito o que ni siquiera va a enterarse de estar vivo. En cualquier caso, me pregunto, ¿no somos nosotras, las afectadas, las que hemos de tomar esa terrible decisión?
Nunca me engañó, siempre supe que detrás de esas declaraciones de sus
lecturas y de sus aficiones culturales había un
reprimido mental en toda regla. Deberían crearse centros
especializados para los tarados emocionales en proceso de curación. Se les
enseñaría historia, ciencia, medicina, ética, etc. Desaprenderían trabas,
errores y dogmas de sus respectivas religiones, como por ejemplo, que el que un
obispo sea gay no es malo, pero sí que viole a menores y mujeres adultas. Y una
vez “educados” podrían volver a la sociedad.
No deben estar sueltos. No
se trata de tener “opiniones” diferentes ni de coartar la libertad de
expresión. Las decisiones que estas personas tienen en su mano acarrean
consecuencias serias, muy graves, para una sociedad avanzada, la del siglo XXI,
en la que las mujeres ya no cerramos las piernas cuando nos lo ordenan ni las
abrimos por obligación, ni apretamos con fuerza los músculos si no es para
denunciar el abuso machista de una parte de la sociedad.
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