Séptima historia: Ella, esa mujer trabajadora
Seguro que aunque
tuvierais un despertador era ella la que os levantaba o la que actuaba como esa
segunda alarma que ahora te pones en el móvil por si te quedas dormido de nuevo
después de que haya sonado la primera.
Era la que tenía la
comida lista y la cena hecha cuando llegabas muerto de hambre del colegio o de
la facultad (sí, ha estado en todos estos años haciéndote las cosas).
Si se te había
olvidado hacer la cama, al llegar la tenías hecha y todas las cosas recogidas.
(Gracias, mamá, qué poco lo aprecié entonces y cómo lo lamento ahora).
La ropa limpita y
planchada, guardada en el armario siempre que lo abrías, y aún te quejabas a
veces porque tal cosa estaba sin lavar aún. (Perdón, perdón).
Te ayudaba a
estudiar, soportando tu perorata sobre historia o literatura. Gracias, mamá,
especialmente, por el examen de literatura del XIX en 5º de carrera, aunque sé
que disfrutaste cuando te hablé de Galdós y Clarín, y acabaste contándome
detalles que desconocía sobre el primero y sobre el periodo histórico, tu debilidad.
Si un día hacía
frío o llovía mucho, nos dejaba quedarnos en casa y no ir al colegio y nos
llevaba con ella a desayunar fuera y después al Museo del Prado o al de
Ciencias Naturales.
Si pasábamos por
una librería, caía un libro seguro.
Si veía algo de
ropa que me gustaba era probable que lo tuviera antes o después.
Cuando estaba
enferma me arropaba y me cuidaba.
Trabajaba las 24
horas, porque incluso dormida resolvía los problemas para el día siguiente. No
había descanso tras la jornada de 10 a 12 horas. Nunca.
Es tan modesta que cuando le anuncié que un día como hoy iba a escribir sobre ella me dijo: "ten cuidado con lo que dices, yo no soy distinta a las demás madres, todas somos así y las hay que son súper madres, las de la Plaza de Mayo, por poner un ejemplo...".
Es tan modesta que cuando le anuncié que un día como hoy iba a escribir sobre ella me dijo: "ten cuidado con lo que dices, yo no soy distinta a las demás madres, todas somos así y las hay que son súper madres, las de la Plaza de Mayo, por poner un ejemplo...".
Y aunque ha tenido
que soportar, junto a tantas mujeres de su generación, que las llamaran “amas de
casa”, en su sentido más peyorativo, como si serlo no implicara trabajo y
preocupación, más que la de cualquier empresario, su triunfo ha sido conseguir
que tanto mis hermanos como yo fuéramos buenas personas, con educación, valores
y realistas y que pudiéramos ganarnos la vida con lo que queríamos y nos
gustaba.
Feliz Día de la Mujer Trabajadora.
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