sábado, 2 de marzo de 2013

HISTORIAS DE MUJERES


Segunda Historia: Permitidme una frivolidad

Nació en 1962 y rompió con todo lo establecido en concepto de moda hasta aquel momento.

La minifalda, que Mary Quant presentó en su boutique londinense, revolucionó a las propias mujeres desde las piernas y hacia la comodidad. Les permitió moverse con más libertad y lucir una parte de su cuerpo.

Desde entonces ha habido padres que han obligado a sus hijas a cambiarse de ropa antes de salir y ponerse otra cosa más larga y “tapada”, lo que nos llevó a muchas a cambiarnos en la escalera y el portal de casa para poder disfrutar de lo que realmente queríamos llevar porque era la moda y éramos jóvenes.

 Maridos y novios celosos se han atrevido a opinar sobre la longitud de la minifalda. Aunque la mayoría de los hombres ha disfrutado y disfruta del privilegio de poder observar libremente lo que antes estaba oculto, es distinto cuando la minifalda la lleva la pareja o la hija. “Para quién te has vestido así”. Como si la elección entrañara delito o infidelidad. Como si fuéramos de ellos.

Son demasiadas las mujeres que juzgan lo que llevan las demás. Gente muy joven, incluso, que se atreve a opinar sobre la conducta de sus compañeras o el porqué de la elección de una falda frente a un pantalón. Y es esa absurda competencia entre mujeres la que impide muchas veces que podamos avanzar en la igualdad con los hombres y en superar el machismo imperante. Si el ataque te viene de tu propio “bando”, qué puedes hacer. Los hombres son los primeros interesados en mantener esas rencillas porque con ellas impiden que nos unamos y seamos más fuertes frente al machismo. La rivalidad entre nosotras les protege. Mientras no confiemos unas en otras y sepamos dónde está el problema, quién es el verdadero enemigo, no podremos superar esta lacra que nos acecha y nos ata.

 Hace unos años un juez decidió atenuar la pena a un violador porque la víctima llevaba minifalda. Los hombres siguen comportándose como animales ya no desde la calle sino desde tribunales y columnas periodísticas. Desde la elaboración de las leyes hasta la de los derechos de las mujeres, escritas por ellos mismos. En Arabia Saudí está prohibido que hombres y mujeres convivan en las tiendas de ropa íntima. Ellas deben ir acompañadas de la familia en caso de que haya algún hombre en el establecimiento. Y lo que es más chocante: hasta hace poco los dependientes eran hombres y no mujeres. Es delirante y, como poco, perverso. Pensadlo. Eres sexual veinticuatro horas al día para ellos. Y nosotras sin enterarnos.

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