martes, 5 de marzo de 2013

HISTORIAS DE MUJERES

Cuarta historia: Las trece rosas


Eran niñas, apenas mujeres aún. La mitad, menores, pues la mayoría de edad estaba entonces en los 21 años. Sus nombres: Carmen, Martina, Blanca, Pilar, Julia, Adelina, Elena,Virtudes, Ana, Joaquina, Dionisia, Victoria, Luisa. Se las conocerá siempre por "las trece rosas".

"(...) ten presente que muero por persona honrada. (...) Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia". Esto le escribió Julia Conesa a su madre la noche del 4 de agosto, antes de su fusilamiento.

"Voy a morir con la cabeza alta. Sólo te pido que quieras a todos y que no guardes rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca". Es el hijo de Blanca Brisac el que recibe estas palabras. En el mismo día, con tan solo 11 años, mataron a su padre y a su madre. 

Las mujeres represaliadas tras la guerra eran torturadas y vejadas con placer por Franco, ya que eran el símbolo de la libertad y el coraje de las mujeres de la República que el nuevo régimen no podía tolerar. El odio hacia ellas era mayor que hacia los hombres, y en consecuencia lo era el castigo. Franco quería que las mujeres únicamente tuvieran que enfrentarse a las tareas del hogar y a satisfacer al esposo o al padre. El famoso "descanso del guerrero". Todos los derechos adquiridos desde el año 31 con la República, el verdadero momento de sufragio femenino en la historia de España, fueron fulminados al terminar la guerra.

La imagen que se tenía de la mujer luchadora, la de la miliciana que había portado un rifle durante la guerra, era constantemente denigrada por la prensa fascista. Así se describía en Arriba, el órgano de la Falange, a estas mujeres: "Odiaban a lo que ellas llamaban señoritas. Preferían bocadillos de sardinas y pimientos a chocolate con bizcochos. (...) Eran feas, bajas, patizambas, sin el gran tesoro de una vida interior, sin el refugio de la religión, se les apagó de repente la feminidad".

Con los asesinatos cobardes y violentos de las trece rosas, entre otras muchas ejecuciones, se quería poner fin al ímpetu de la juventud que simpatizaba con el gobierno legítimo anterior a la guerra y que bajo ningún concepto podía volver a germinar. Franco temía la asociación, la alianza de la izquierda en estos sectores fieles a la República. 

Ellas fueron las pioneras, las que creyeron en ideales y lucharon por ellos. Tras su muerte quedó, sin embargo, y a pesar del intento de la derecha de borrar los recuerdos, su memoria, sus palabras, su tragedia. Puede que, como escribió Blanca, no haya que guardar rencor, pero tampoco olvidar ni perdonar siquiera, quién podría hacerlo. Hay que saber para poder seguir. Saber que antes de la guerra había mujeres así, que no todas fueron como las mujeres educadas en el franquismo: conformistas, serviles, despolitizadas e ignorantes. Mujeres sumisas fáciles de manejar por el hombre como siervas para procrear y cuidar del hogar.

Las trece rosas fueron detenidas y encarceladas en Ventas, y en la tapia del cementerio de la Almudena fueron fusiladas sin poder despedirse de su hombres, a los que esperaban ver antes de la ejecución pero que fueron asesinados antes que ellas, ni de sus familiares. Y a estas mujeres les tocó morir solas el 5 de agosto de 1939, frágiles, como animales asustados a los que es fácil someter.

La guerra terminó y llegaron los oscuros años de la dictadura, que han marcado a las mujeres de muchas generaciones, incluida la mía. Somos producto de una educación oscura, retrógrada, anticuada, religiosa, agorera, en la que la mujer ha ido ganando derechos muy lentamente. No hemos disfrutado de los mismos privilegios que los hombres ni se nos atribuyen los mismos deberes. Las secuelas de las guerras son muchas y variadas y permanecen en la sociedad durante muchos años aunque los tiempos cambien y dé la sensación de que todo está logrado. Qué hubiera sido de nosotras si el golpe de estado hubiera fallado y hubiera continuado la República. Qué distintas las vidas de tantas mujeres, qué vivas estarían entonces. Aunque su nombre no se haya borrado ni se borre jamás de la historia.


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