jueves, 22 de marzo de 2012

Saber que están bien

Imaginar que hay alguien a quien aprecias mirándote mientras haces las cosas cotidianas que a veces cuestan mucho esfuerzo, ayuda y alienta a hacerlas bien y continuar.

Cuando era pequeña me imaginaba a mi hermano mayor asistiendo a mis exámenes y cuando hacía una pirueta con los patines, deseaba que estuviera allí. En la piscina, los niños llaman a sus padres, “Mira lo que hago”, o en los columpios del parque… Que alguien nos observe y apruebe lo que hacemos o nos felicite por hacerlo bien es un deseo tan antiguo como el trabajo y las obligaciones que día tras día tenemos que cumplir.

En pocos trabajos te felicitan ya por las cosas, ya no bien hechas, sino hechas, dentro del caos y los tiempos de entrega imposibles. Así, a veces, me imagino a mi hermano mayor, a mi hermana o a mi padre, incluso, dándome palmaditas en la espalda, sentados a mi lado mientras yo sigo trabajando lo mejor posible para que vean lo bien que lo hago. O pienso, “quizá no sepan siquiera que sé esto o que hacer esto otro se me da de miedo”. Y yo tampoco sé muchas veces qué hacen de ellos, lo bien que hacen lo que hagan en sus respectivos trabajos, cómo se ganan o ganaban la vida la vida a diario sin que yo lo sepa. Cuando los veo es fin de semana no queremos hablar de trabajo después de tantas horas, así que los temas tratan de asuntos más personales y emocionales.

¿De cuántos de nuestros amigos no tenemos mucha idea de a qué se dedican? Nos dicen, sí, el cargo y cómo han de lidiar con sus asuntos, y casi todos tienen un ordenador y se sientan frente a una pantalla, pero a no ser que sean artistas, actores o camareros, poco sabemos de su día a día. Me gustaría saber más, en estos momentos en los que no hay tiempo perdido y tener un oficio por el que te paguen es tan difícil. Imaginarlos trabajando me estimula, es como saber que respiran, que están vivos, que están bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario