viernes, 9 de marzo de 2012

Injusto

La vuelta a la realidad, de la que me gusta escribir de vez en cuando, se ha producido con la temida pero no por ello esperada reforma laboral, que nos deja “en bragas” a los pobres trabajadores, que somos la mayoría.

Hay derechos y deberes que parecían intocables y que sin embargo no lo eran, como demuestra el nuevo gobierno a cada paso. “No somos nada”, suelen decir los más viejos cuando se les muere alguien cercano junto al que hasta hace poco pasaban la vida. Y sin duda no lo somos, aunque ahora ya no hace falta morir para darse cuenta de lo poco que valemos en esta sociedad de alimañas, tiburones, peces grandes que se comen al chico constantemente sin darle tiempo a rechistar ni a crecer.

Ya no valemos lo que valíamos, esa es la conclusión generalizada, el estado de ánimo pésimo que acompaña al descubrimiento de esto. Hace años hubieran pagado por mi trabajo bastante más que ahora y mi desarrollo profesional sería posible, tendría objetivos y un proyecto que lograr. Hoy, ahora, mi precio es muchísimo más bajo y no tengo un proyecto de futuro laboral que lograr. No ser nadie en el mundo laboral o ser muy poco puede resultar deprimente básicamente porque será más difícil que logremos subsistir y así llenar nuestra vida verdadera, la de después de la jornada agotadora y de la semana que te deja exhausto. Es más importante ser alguien en la vida de los demás, de las personas a las que queremos y nos quieren pero a menudo se nos olvida. Y es lógico. Si vamos a tener que trabajar para vivir y ese trabajo va a requerir de toda nuestra energía y de la mayor parte del día, deseamos que sea agradable y justo, sobre todo justo.

La justicia de un tiempo a esta parte está de baja por melancolía. Hay jueces juzgados absurdamente por defender causas justas y ministros de justicia que insultan a las mujeres. Hay jueces que no dan la máxima pena a un violador, a un maltratador, tampoco a un empresario que roba. Las penas son muchas, pero pocas las justicias. La burocracia llena las bocas pero apaga mi conciencia. Poco a poco llega el fin de semana, se acerca y o huelo. Hace un día en Madrid injustamente primaveral. Debería llover. Deberíamos ser justos.

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