jueves, 16 de febrero de 2012

Qué tiempos

Qué tiempos aquellos en los que ser analfabeto estaba mal visto y los que ocupaban cargos de responsabilidad en la estructura de una empresa tenían que redactar con cierto esmero y sin faltas de ortografía.

De un tiempo a esta parte -años ha y vamos a peor- da igual cómo escribas, quizá porque con los chats, facebooks, conversaciones, SMS, etc., importa más decir algo que cómo. Así, puede resultar hilarante y difícil interpretar un correo electrónico laboral o comunicarse con la seguridad de que nos vayan a entender y vayamos a enterarnos de lo que nos dicen.

Cuando además te dedicas a la comunicación, la situación puede llegar a ser surrealista, pues a veces, el que quiere que digas algo no sabe cómo explicarte que lo digas y te manda correos electrónicos confusos y vergonzosos que no escribiría ni un niño.

Clientes, jefecillos, creativos, gente importante que gana unos sueldos que no puedo imaginar ni en mis más felices sueños, que no saben escribir ni lo básico, aquello por lo que nos regañaban en el colegio y en lo que insistían nuestros profesores que mejoráramos. Despacito y buena letra…, id con cuidado, prestad atención.

Cómo escriba una persona sigue siendo para mí la carta de presentación que me dice qué tipo de gente es y si puedo fiarme de ella. Si la cosa va más allá y hablamos de amistad y emociones, voy mucho más lejos y sé que, por ejemplo, no podría salir con un semi analfabeto que tuviera faltas de ortografía y, por ejemplo, no supiera expresarse con claridad. No iríamos ni llegaríamos a ningún sitio.

A veces siento que soy un bicho raro entre seres que no saben expresarse, y por eso cuando encuentro a alguien con quien poder hablar y compartir o que es capaz de mandarme un correo escrito correctamente intento no dejarle escapar, al menos para hacer presión frente a la media.

1 comentario:

  1. Muy interesante reflexión.
    Estoy completamente de acuerdo, hoy se le otorgan mayores esfuerzos a decir "algo" que a "cómo" decirlo.
    Lo preocupante es que algunas veces no somos conscientes de que el "cómo", inevitablemente, ya te está diciendo "algo".
    Todo un placer leerte.

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