lunes, 25 de febrero de 2013

Mareas y marasmos

Fin de semana de cine con la entrega de los Óscar. Sigo, no obstante, la actualidad política corrupta y pesimista que se respira en el país y en todo el continente.

Intento quedarme con lo bueno y asisto a la explosión humana que la tarde del sábado escucho que viene del sur de la capital mientras me voy despertando de la siesta. Los tambores pidiendo guerra y los gritos contra el gobierno de la nación y el regional marcan el ritmo.

Salgo poco después a la calle con la intención de aventurarme entre los manifestantes, en su mayoría profesores, estudiantes y personas relacionadas con la sanidad pública española. Esta marea, cada vez más frecuente en las calles en el último año, no es ya tan festiva como lo fuera. Hay más rostros nublados y voces más calladas. Eso sí, al final de la manifestación todo son risas y bullicio a la puerta de los bares, pareciera que la gente no hubiera salido en años. La actualidad se hace chiste y escarnio del político. La España pachanguera no tiene fin.

Intento pasar la calle Medinaceli, pero una barrera policial me impide el acceso (el Congreso está demasiado cerca, supongo). Es 23 F y los que entonces quisieron dar el golpe de estado están ahora vencidos. La imagen del monarca que no secundó a los militares, ahora por los suelos. Sibilinamente se han ido colando legalmente en esta democracia extraña unos pocos que nos acechan desde el Congreso vallado. Juegan a ser gobernantes avezados y probablemente hagan apuestas de a ver quién tiene más "Me gusta" en su Facebook.

El país que ahora agoniza, muere poco a poco perdiendo aquello que ganó hace no mucho tiempo. Flotamos en la costumbre y nos hacemos partícipes del desangrado, qué remedio. Hablaban los noventayochistas del marasmo intelectual y el mal que aquejaba a España. Me pregunto qué dirían ahora, en las nuevas circunstancias. Supongo que cíclicamente España y Europa se mueren para reinventarse. El problema es que siempre pagan los platos rotos los mismos. Los ladrones –de guante blanco y melenas al viento casi infantiles de patillas recortadas y misa diaria–, los enemigos de la justicia para todos y de la palabra y la opinión, están contando lo robado, haciendo números para que, al menos, cuando el chollo de estar en el gobierno acabe, se hayan llevado limpio un buen botín.

Miro el desconchado que esta mañana tengo antes mis ojos, en la pared del ambulatorio en el que espero al médico de cabecera. Hoy tardaré una hora en entrar, calculo. Mi médico habitual ha abandonado su profesión porque no estaba dispuesto a atender a pacientes en cinco minutos. La nueva doctora tiene más aguante ante el sistema y agallas. Me gusta.

Hoy todo es un poco más feo pero la primavera se acerca implacable a pesar de este frío de finales de febrero.


No hay comentarios:

Publicar un comentario