Hay un español de América, que siempre ha sido mayoría
aunque muchos integristas de la Península (yo lo fui, lo reconozco) se empeñen
en denostar por impuro, a pesar de alardear de conquistadores –eso sí les
gusta– del nuevo continente.
Los académicos de la lengua, supongo que hartos de la
presión o porque se aburrían de ser tan lentos se han lanzado de cabeza a
aprobar en la RAE los estadounidismos,
es decir, aquellos vocablos que utilizan los hispanounidenses –juro que no me lo estoy inventando–. Por fin email se admite para “correo
electrónico”, sin guión (sigo poniendo tilde a esta palabra, no puedo evitarlo)
y junto. Pero echo de menos muffin
para “magdalena”, tan de moda últimamente, y sin embargo sí se añade bagel, que no he dicho jamás para
nombrar un panecillo.
De lo más insólito me resulta phishing, que se podía haber adaptado a la fonética española,
porque muchos dirán [pisin], con el desconocimiento del sonido inglés [f] para ph.
Rentar, estanflación y parada para referirse a “desfile” me suenan a lo que vulgarmente se
denomina como sudamericanadas
(neologismo despectivo, no está en la RAE), lo que tanto tiempo hemos tratado
de ocultar, lo que no hemos querido escuchar y despreciamos cada vez que oímos.
Pero es que son muchos más los que hablan español por el mundo que los que lo
hablamos por aquí, y eso se nos olvida. El viejo continente no se preocupa de
hablar español, pero del otro lado del Atlántico, sea por que es su lengua
materna o porque se lleva, se habla español. En países como Estados Unidos no
solo lo habla la inmigración hispana, sino los propios norteamericanos de habla
inglesa, algo casi impensable en Francia o Inglaterra. En América se habla
español y se quiere hablar español. Pero
la lengua está viva y se mueve, crece, se transforma, y hay que adaptarse.
De la RAE siempre celebro unos cambios y tengo mis dudas o
me provocan absoluto rechazo otros, pero en cualquier caso me gusta que sucedan.
Demasiado tiempo entre los últimos y los siguientes, eso sí, lo que provoca que
a veces una palabra admitida esté ya en desuso de la cantidad de tiempo
transcurrido desde que se empleó y se gastó hasta que se admitió. Recuerdo
alguna referida a juventudes pasadas, muy, muy pasadas, como por ejemplo basca refiriéndose a “pandilla”, que
ahora nos hace sonrojar si la oímos. Pero en cualquier caso, me agrada que
estos señores de la RAE vayan desintegrándose (de “integrismo”, ojo), y aunque
sea muy poco a poco incluyan a América, que no solo va a aparecer reflejada
como rareza y en un Diccionario
Panhispánico de Dudas, como si de física cuántica se tratase.
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