martes, 16 de octubre de 2012

Hispanounidísimos

Hay un español de América, que siempre ha sido mayoría aunque muchos integristas de la Península (yo lo fui, lo reconozco) se empeñen en denostar por impuro, a pesar de alardear de conquistadores ­–eso sí les gusta– del nuevo continente.

Los académicos de la lengua, supongo que hartos de la presión o porque se aburrían de ser tan lentos se han lanzado de cabeza a aprobar en la RAE los estadounidismos, es decir, aquellos vocablos que utilizan los hispanounidenses –juro que no me lo estoy inventando–. Por fin email se admite para “correo electrónico”, sin guión (sigo poniendo tilde a esta palabra, no puedo evitarlo) y junto. Pero echo de menos muffin para “magdalena”, tan de moda últimamente, y sin embargo sí se añade bagel, que no he dicho jamás para nombrar un panecillo.

De lo más insólito me resulta phishing, que se podía haber adaptado a la fonética española, porque muchos dirán [pisin], con el desconocimiento del sonido inglés [f] para ph.

Rentar, estanflación y parada para referirse a “desfile” me suenan a lo que vulgarmente se denomina como sudamericanadas (neologismo despectivo, no está en la RAE), lo que tanto tiempo hemos tratado de ocultar, lo que no hemos querido escuchar y despreciamos cada vez que oímos. Pero es que son muchos más los que hablan español por el mundo que los que lo hablamos por aquí, y eso se nos olvida. El viejo continente no se preocupa de hablar español, pero del otro lado del Atlántico, sea por que es su lengua materna o porque se lleva, se habla español. En países como Estados Unidos no solo lo habla la inmigración hispana, sino los propios norteamericanos de habla inglesa, algo casi impensable en Francia o Inglaterra. En América se habla español y se quiere hablar español. Pero la lengua está viva y se mueve, crece, se transforma, y hay que adaptarse.

De la RAE siempre celebro unos cambios y tengo mis dudas o me provocan absoluto rechazo otros, pero en cualquier caso me gusta que sucedan. Demasiado tiempo entre los últimos y los siguientes, eso sí, lo que provoca que a veces una palabra admitida esté ya en desuso de la cantidad de tiempo transcurrido desde que se empleó y se gastó hasta que se admitió. Recuerdo alguna referida a juventudes pasadas, muy, muy pasadas, como por ejemplo basca refiriéndose a “pandilla”, que ahora nos hace sonrojar si la oímos. Pero en cualquier caso, me agrada que estos señores de la RAE vayan desintegrándose (de “integrismo”, ojo), y aunque sea muy poco a poco incluyan a América, que no solo va a aparecer reflejada como rareza y en un Diccionario Panhispánico de Dudas, como si de física cuántica se tratase.


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