Estoy orgullosa de muchas de las cosas que me he currado en
esta vida, por las que he luchado y que he conseguido.
Me llenan de orgullo mi trabajo y mis pequeños y grandes
logros. También los de mis amigos. Estoy muy orgullosa de ellos, cómo no iba a
estarlo. Me enorgullece tener unos sobrinos guapos y sanos y que sean, además,
buenas personas.
Es un orgullo pertenecer al grupo de los premiados por la
suerte, como cuando recibí aquel premio por mi modesto relato. Parece que
hubiera pasado un siglo. Es un orgullo tener a tanta gente maravillosa a mi
alrededor que me quiere.
Soy poco orgullosa y no me importa reconocer mis errores. Me siento muy orgullosa de ellos
porque me hacen ser quien soy.
Soy muchas cosas. Mujer y blanca, occidental, correctora,
redactora, escritora, tía, sobrina, hija, pareja a veces, amiga, compañera de
trabajo, amante, exigente, trabajadora, melancólica, alegre, única (esto me lo
dijo alguien que me amó).
Soy, entre otras múltiples y variadas cosas, española, pero
curiosamente esto no me hace sentir orgullosa. ¿Cómo puedo estar orgullosa de
haber nacido en un país concreto por casualidad? Mañana es el llamado Día de la
Hispanidad o de la Raza, no sé cuál suena peor. Dice el señor Wert, el Ministro
de Cultura (aunque no lo parezca), que quiere españolizar a los estudiantes catalanes. Una vez le han llovido las
críticas y se han oído gritos a favor de su dimisión (a los que uno el mío), ha
rectificado y la ha liado aún más, explicando que lo que quería decir era que
quiere hacer que esos estudiantes no solo se sientan orgullosos de ser
catalanes sino también españoles.
¿Y qué pasa, me pregunto, si dichos estudiantes tampoco se sienten
orgullosos de ser catalanes o ni siquiera saben lo que es el orgullo aún?
Sentirse orgulloso es un acto de aprendizaje y de madurez. Si uno inculca en un
niño el orgullo por pertenecer a un grupo exclusivo y excluyente está
mediatizando la libertad de pensamiento, de elección, alimentando un
sentimiento que si se produce ha de venir dado por una educación en libertad
sin falsos patriotismos, que inculque verdaderos valores humanos, solidarios,
éticos que todos compartimos, que la humanidad comparte. Manipular para hacer
sectario al otro es una labor sucia y fea de la que el señor Wert no debería
sentirse orgulloso.
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