lunes, 23 de julio de 2012

Cómo lo ves


Las aventuras muchas veces comienzan siendo pequeñas escapadas o salidas a un día cualquiera sin demasiadas sorpresas. Las buenas aventuras incluyen ver cosas nuevas que nos sorprende. Las aventuras no siempre apetecen, pero una vez que uno se embarca en ellas se aprovechan.

Me quedan unos pocos días para estar en Londres, para cambiar casi radicalmente de clima, de calzado, de ojos. Unos pocos, muy pocos días para empezar a ver cosas distintas, caras nuevas, un idioma que no manejo ni mucho menos con soltura. Solo unos días para visitar a los amigos que un día hicieron las maletas y se plantaron en Londres con lo puesto y a los que les va bien, sin duda, mucho mejor de lo que les iba por aquí.

Quiero profundizar Londres y verlo esta vez con ojos de habitante, “de amiga del amigo que vive allí” porque la primera lo hice con cuerpo de turista y el rostro no era el mismo, ni yo la misma, por supuesto. “Mi rostro mañana” ­–recuerdo a Marías– será el de una mujer que ha visto cómo se desenvuelve un amigo en la ciudad que visita, cómo vive, cómo piensa, qué come. Uno siempre desea ver lo mismo que ven los ojos de las personas a las que ama.

Y es que muchas veces se nos olvida que todos vemos distinto Si lo recordáramos más a menudo no nos llevaríamos tantos disgustos, no nos sorprenderíamos tanto y aprenderíamos de las debilidades de los demás a generar una compasión que nos pondría al nivel del resto, el mismo, nunca por encima, nunca superior. Una compasión, en definitiva, por nosotros mismos y nuestra vulnerabilidad.

Qué mejor ejercicio de humildad que viajar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario