jueves, 5 de septiembre de 2013

De vueltas revueltas

No hay vuelta no revuelta.
Si llegas tranquilo te aceleran y te perturban los demás para que te pongas de mal humor, como están ellos por haber vuelto a la rutina. Esa es la otra opción, la de no llegar tranquilo sino atacado de los nervios, haciéndolo todo con prisa y mal, pitando con el coche a cada paso, empujando en el metro, gritando al llegar a casa, no colaborando con cabeza en el trabajo sino con mala leche.

Es una vuelta esta muy a la española. La tranquila, que intentamos unos pocos, aún no ha conseguido llegar a la altura de la de los otros, mucho más fuerte, como todo mal que se precie, por mucho que digan que el bien vence al mal. El mal es espeso y difícil de eliminar, es chapapote y mala baba a un tiempo. El bien es ligero como un té verde y del mismo modo se elimina. No mancha y no se nota pero el que lo tiene lo disfruta y es mucho más feliz.

Por favor, no me molestéis, vecinos ruidosos que acabáis de llegar de vacaciones, compañeros de curro que me machacáis, pesaditos, hasta límites insospechados y amigos ansiosos que tantas ganas tenéis de verme como si el verano fueran siglos aunque solo son dos míseros meses.

Qué tiene el verano y las vacaciones que nos vuelve a todos locos. La ruptura de la rutina lleva a separaciones de pareja masivas en septiembre, a suicidios, a depresiones posvacacionales. Pero sinceramente creo que es que nos lo montamos muy mal, y si no frenamos antes de que suceda, este sufrimiento será cada año mayor, y como todo mal que se precie, repito, será espeso y ruidoso, dañino y pesaroso. Relajémonos, cambiemos nuestros hábitos desde ya para que el próximo año la transición sea más suave. Y sobre todo, por favor, no hagáis tanto ruido, algunos estamos intentando ir más tranquis y amables por la vida.

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